El pasado día 10, 15 días antes de su estreno oficial, Sensacine nos invitó a un pase de Pompeya. Dentro de los estrenos palomiteros de este verano, Pompeya es un caso bastante especial. Dirigida por Paul W.S. Anderson, conocido por la saga Resident Evil, supone un retorno al género llamado peplum (pelis de romanos, para entendernos), tan popular en épocas pasadas pero que está bastante devaluado en los últimos años; combinado con el cine de catástrofes, que vivió su primer auge en los años 70 y está viendo un resurgir reciente gracias a los avances tecnológicos que permiten unos efectos especiales cada vez más espectaculares.
El evento estuvo bastante trabajado. La entrada a la sala estaba flanqueada por columnas de antorchas, y nos dio la bienvenida una legión romana que escenificó un saludo marcial antes de la proyección. Todo esto creó un ambiente divertido y la sensación de que asistíamos a algo especial. Por contra, la organización fue algo menos afortunada que otras veces, y por momentos parecía que teníamos que esperar una fila tras otra. Suponemos que esto se debió a las imposiciones de una distribuidora con la que Sensacine no había trabajado hasta ahora, que les pilló de nuevas, y que habrán aprendido para que la próxima vez salga todo mejor.
Otro elemento muy sorprendente de la proyección fue la pirotecnia. Sí, sí, pirotecnia. Coincidiendo con los momentos de la película en que el volcán entraba en erupción, unas máquinas lanzaban humo de colores, chispas y confetti gris alrededor de la pantalla. Sinceramente no estoy seguro de qué pensar de esto. Por un lado, es algo que no había visto nunca antes y añadió algo nuevo y diferente a la experiencia; por otro lado, lo que aportaba a la película era más una distracción que otra cosa. En todo caso, la mayoría de la gente pareció salir encantada. Desconozco si era algo puntual del preestreno o si lo podréis ver en todas las salas de cine.
La película está dividida en dos partes bien diferenciadas. En la primera vemos la historia de un celta, esclavo de los romanos desde niño, que se convierte en un prestigioso gladiador y es llevado a Pompeya; a la vez que un senador romano acude a la ciudad con el aparente plan de apoyar un proyecto de renovación urbanística. En la segunda, el volcán entra en erupción y toda la ciudad intenta huir de la destrucción inminente. En general tengo que decir que la segunda parte funciona mucho mejor que la primera. Después de títulos como Espartaco y Gladiador, el tema parece bastante bien explotado y cubierto, y todo lo que vemos da la sensación de transitar terreno ya conocido y no hacerlo tan bien como en las otras películas mencionadas. Sin embargo la segunda parte es tremendamente espectacular, y además los momentos épicos y románticos de los personajes funcionan razonablemente bien. Lo bueno es que la película va de menos a más, sería mucho peor si fuera al revés.
Una de las cosas que llaman la atención es su reparto casi enteramente televisivo. Emily Browning (Sucker Punch) y Carrie-Ann Moss (Matrix) han tenido hasta ahora carreras fundamentalmente cinematográficas, pero si nos suenan los rostros de Kit Harington (Juego de Tronos), Kiefer Sutherland (24), Adewale Akinnuoye-Agbaje (Perdidos), Jared Harris (Fringe) o Sasha Roiz (Caprica) es gracias a sus trabajos para la pequeña pantalla. En general la verdad es que las actuaciones de todos están bastante poco inspiradas, aunque el atractivo físico o el carisma de algunos de ellos nos hace al menos interesarnos un poco por lo que les pase a sus personajes. El doblaje es más bien rutinario y nos hace añorar las voces tan especiales que tienen Sutherland o Moss.
La película tiene una curiosa mezcla de elementos muy clásicos y muy modernos. La protagonista femenina está hecha a la medida del siglo XXI, en su rechazo por someterse a las limitaciones impuestas por la sociedad de la época; y no deja de llamar la atención que los planes siniestros de los villanos pasen por la corrupción política y urbanística. Por contra, en una época en que los villanos tienen cada vez más matices y más elementos que hacen que les comprendamos e incluso nos pongamos de su parte, los malos de Pompeya son como los de antes: crueles, vengativos, desdeñosos, rastreros, cobardes, y sin una sola cualidad que les redima. Como decía antes, la primera parte de la película recuerda inevitablemente a Gladiador, por lo que es muy curioso comparar al Emperador Cómodo de aquella, con este senador y su esbirro.
Pompeya se estrena el próximo 25 de abril. Es una recomendación difícil; lo que os guste dependerá de si podéis ignorar el mal sabor de boca de la primera parte para poder disfrutar de la segunda. En todo caso, damos una vez más las gracias a Sensacine y a la distribuidora Aurum por la oportunidad de asistir al evento.

Escrito por Mario Villar

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