En el subconsciente colectivo se tiene una imagen muy idealizada del mundo de la piratería, un universo romántico que atrae a espectadores de todas las edades. Una utopía idealizada que canaliza los anhelos de libertad que han estado siempre presentes en el subconsciente colectivo global. Tras el éxito obtenido por la saga Piratas del Caribe y sus diversas adaptaciones cinematográficas, la cadena Starz decidió que quería trasladar los mares del nuevo mundo a la pequeña pantalla, y que lo haría escribiendo una precuela ubicada 20 años antes de una de las obras más famosas relacionadas con este universo: La Isla del Tesoro, de JL Stevenson. El resultado no podría ser más satisfactorio para el usuario final: una obra cohesionada, verosímil, bien escrita y con mucho sentido. La ficción ha contado con un presupuesto de superproducción que consolida un resultado final que bordea la excelencia. La mezcla equitativa entre piratas de ficción y corsarios con trasfondo histórico brilla por su novedoso planteamiento.
Después de la primera emisión en enero de 2014, la cadena decidió renovar la temporada en tres ocasiones más, poniendo punto final en la cuarta. La etapa final presenta un cierre apoteósico y un final digno de su empaque. Con el paso de los capítulos el argumento va adquiriendo riqueza narrativa, creando un sentimiento de interés en el espectador. Los creadores de la obra son Jonathan E. Steinberg y Robert Levine y cuentan con el apoyo de Michael Bay en producción.
El contexto histórico de Black Sails se focaliza en el año 1715, en los mares cercanos a Nassau. Esta etapa se conoce en el ámbito historiográfico como la era dorada de la piratería, etapa posterior a la Guerra de Sucesión española. Entre 1713 y 1714, se firmaron una serie de tratados de paz que ponían punto final al conflicto, generando un problema para mucho marineros y gente que vivían de los elementos derivados del conflicto entre borbónicos y austracistas. Muchos de estos hombres, viendo que el comercio en ultramar era altamente rentable pero no exento de peligros, decidieron optar por la piratería, uniéndose a capitanes piratas e iniciando una nueva vida lejos de la metrópoli. Los piratas, asaltaban los barcos comerciales con el fin de conseguir un buen botín y aumentar su riqueza. Eran hombres al margen de la ley que veían en este acto una vía de escape y un camino por el que enriquecerse rápidamente.
Hay que distinguir, sin embargo, entre un pirata y un corsario, dos palabras que aparecen de forma reincidente en la ficción pero que no se explican con profundidad: la principal diferencia radica en el ámbito legal. Los corsarios eran piratas que actuaban sobre un marco muy definido, como en aquella época los conflictos entre las naciones más poderosas eran constantes, los imperios cedían patentes de Corso, un documento entregado por una autoridad real o local que permitía que un capitán pudiera atacar la flota de un estado rival de manera completamente lícita. Los corsarios eran marineros no oficiales que atacaban y robaban con el consentimiento del rey o un representante del mismo, como por ejemplo un gobernador. Los piratas, en cambio, eran criminales del mar que empleaban la coacción, la intimidación y la violencia con el fin de despojar a los inocentes de su carga y de su medio de transporte. La palabra «pirata» es una palabra que se refiere generalmente a todo aquel que roba a mar abierto. Los bucaneros han constituido un problema desde el inicio de las travesías oceánicas de larga distancia. La diferencia entre un pirata y un corsario era mínima pero los piratas simplemente actuaban sin el beneplácito real.
Black Sails intenta representar el mundo de la piratería, y lo hace sin filtro alguno, con sus contradicciones inherentes y sus tópicos arquetípicos, muchos de ellos, bien ciertos. El estilo de vida implícito reflejado en la serie no difiere en exceso del modelo real. Los piratas disponían de una escala de valores bastante democrática dentro de los navíos, con un modelo jerárquico bien delimitado en el mando. También eran aficionados a los naipes, el juego que actualmente se conoce como blackjack se ha practicado a lo largo de 600 años y la variante que se jugaba en los mares del Caribe no difiere demasiado del que se practica actualmente. Es uno de los ejemplos que deja ver el buen hacer de la serie, ya que muchos elementos que pueden resultar banales ayudan a aportar verosimilitud a la obra. Además, posibilitan que el espectador pueda hacerse a un mundo que a priori parece excesivamente idealizado dentro de la cultura popular. Otro elemento reflejado en la serie es el uso de las cartas de navegación o el buen hacer de los lobos de mar en el ámbito de la cartografía.
Entre los protagonistas encontramos a piratas históricos que realmente surcaron los siete mares: Charles Vane (Zach McGowan), Edward Teach (Ray Stevenson), Benjamin Hornigold (Patrick Lyster), Anne Bonny (Clara Paget) o Jack Rackham (Toby Schmitz) existieron realmente. El último además es el que inspiró el archiconocido personaje de Jack Sparrow. En cambio, otros personajes como el Capitán Flint (Toby Stephens), Billy Bones (Tom Hopper) o John Silver (Luke Arnold) son tomados de la ficción ideada por Stevenson. La mezcla entre ambos universos ayuda a conocer de primera mano a personajes olvidados por el gran público y que cohesionan enormemente la ficción.
Con una puesta similar a la de otras grandes producciones, la trama de la serie gira entorno al control político de Nassau y a un modelo de vida pirata que cae en decadencia. El amor con el que sus creadores han llevado a la vida esta serie la convierte en una obra imprescindible para los amantes de lo audiovisual. Más allá de las preferencias personales, Black Sails configura un producto soberbio que vale la pena consumir.
Serie Fanatic
Pues el otro dia lo empece a ver porque justo me he comprado un televisor de esta tienda de televisores online https://www.tdtienda.es/televisores y me gusto un monton que por fin haya un fiel reflejo de la pirateria sin utopia en exceso