El Salón de Barcelona es posiblemente el evento con más prestigio y solera de todo el calendario nacional dedicado al cómic y la animación japoneses. Este año cumple ya su vigésima edición, y aunque no se ha librado del todo de sufrir los problemas derivados del éxito, sigue siendo una cita casi obligada para los aficionados. La cifra de visitantes ha alcanzado los 130.000, algo totalmente espectacular.
Hay múltiples formas de disfrutar el Salón. Quizá la más sorprendente para el recién llegado, es la cantidad de contenido que no tiene relación con los cómics, animación o videojuegos, sino con otras facetas de la cultura japonesa: podíamos encontrar talleres de cocina, exposiciones de bonsáis y arreglos florales, una zona de meditación, clases del idioma, y material sobre la música pop nipona. Además de eso, lógicamente hay tiendas, exposiciones y conferencias sobre manga y anime, así como sesiones de firmas de autores. Dado que a la mayoría de los interesados en el manga y anime también suelen gustarles otras áreas de la cultura friki, y viceversa, también podemos encontrar unos cuantos expositores de cómic occidental, merchandising de ciencia-ficción o libros de fantasía. Posiblemente los puristas echen de menos algo de preponderancia del manga, que no deja de ser el supuesto tema principal; pero a buen seguro la mayoría aplaudirá que haya un poco de todo para todos. Por último pero no menos importante, muchos aficionados al cosplay aprovechan para lucir sus creaciones más trabajadas y / o divertidas, y otros para disfrutar viéndoles o haciéndose fotos con ellos. Destacamos que esta edición del Salón era el lugar elegido para la final nacional del World Cosplay Summit; aunque por desgracia no pudimos asistir a esa parte del evento, algunos de los cosplayers que vimos pasar por allí tenían nivel como para que probablemente fueran participantes.
Nuestra experiencia este año ha sido un poco particular. De los cuatro días en los que tenía lugar el Salón, sólo podíamos estar en Barcelona el sábado y el domingo; y de esos dos, parte de nuestro grupo se quedó sin entrada para el sábado, dado que la organización decidió cerrar la venta online y cancelar la venta presencial de entradas para el mismo día, debido al enorme número de entradas vendidas. Esta decisión causó cierta controversia, y lógica decepción entre los que se quedaron fuera, pero consiguió que la afluencia de público dentro del evento fuera muy razonable, y debemos aplaudir que tomen una iniciativa poco popular para resolver el que otros años era un problema serio. Sí que aproveché el sábado para hacerme con mi acreditación de prensa. Debo decir que el proceso previo para conseguir dicha acreditación fue algo accidentado; pensamos que había que pedirla en nombre de la publicación, y resultó que estaba a nombre de quien había hecho la solicitud, y nos costó cierto trabajo que cambiaran el nombre. Precisamente por eso fue una muy grata sorpresa que la amabilísima chica que me atendió, no sólo localizó mi credencial rápidamente y sin problemas, sino que me dio las gracias por lo fácil que se lo habíamos puesto. Es justo reconocer que todas esas dificultades culminaron en un buen resultado, así que alguien hizo muy bien su trabajo. Aparte de todo esto, aprovechamos para entrar en contacto con el ambiente del Salón, aunque fuera a través de la larguísima fila de gente que esperaba su turno para entrar, o de los amigos que estaban allí y salieron a vernos. La verdad es que pudimos ver algunos cosplays muy ingeniosos y muy vistosos, todo el mundo se lo estaba pasando de cine y aguantaba las esperas con alegría, y disfrutamos la mañana a pesar de no poder entrar. Eso sin contar el reencuentro con varios buenos amigos que hemos hecho en la ciudad de evento en evento.
El domingo sí que pudimos acceder al recinto; incluso trayendo reserva previa fue necesario esperar unos 40 minutos, pero la verdad es que el control de acceso no podía ser más rápido, simple y llanamente éramos muchísimos. Durante el tiempo que estuvimos allí tratamos de absorber todo lo que el salón nos ofrecía. Si bien la cantidad de gente y el ruido de fondo hacía difícil aprovechar algunos contenidos como las conferencias, estar rodeado de gente entusiasta y con disfraces espectaculares ya es más que suficiente para pasar un buen día. Nos llamó especialmente la atención todo lo dedicado a Pokémon, saga de videojuegos de Nintendo que era uno de los protagonistas de esta edición. Había un actor enfundado en un enorme traje de Pikachu, y la fila para hacerse fotos con él (¿o ella?) no tenía que envidiar a la de cualquier estrella de Hollywood; un gigantesco Pikachu hinchable colgado del techo dominando uno de los pabellones; y una colección de material gráfico inédito que, confesamos, nos pasó un poco desapercibida pero seguro que hizo las delicias de los fans más acérrimos. También nos encantó, como iniciativa, que una tienda de Airsoft hubiera puesto un circuito de tiro de acceso gratuito; aunque el tiempo de espera que requería hizo que no nos fuera posible probarlo.
A mediodía fuimos a comer con un gran grupo de amigos; además de los que veníamos de Madrid, no sólo se vinieron los de Barcelona sino algunos de otras partes de Cataluña se dieron el paseo, nos juntamos 18 en total. No es que tenga relación directa con el Salón, pero al final lo mejor de estos eventos es conocer a gente buena y divertida, y tener ocasión de volver a verles y disfrutar de su compañía.
Imagino que un verdadero entendido en el mundillo de lo japonés experimentará el Salón de forma muy diferente. Para el profano que esto suscribe, siempre ha sido una cultura fascinante pero algo impenetrable; aun así, el Salón me ha parecido una experiencia muy disfrutable y que pienso repetir. Os recomiendo que hagáis lo mismo si tenéis ocasión.
Escrito por Mario Villar
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