En 1986, un psiquiatra japonés, Hiroaki Ota, hizo el descubrimiento de una rara enfermedad que sufrían sus compatriotas cuando visitaban la capital de Francia. El “Síndrome de París”, como lo llamó, describe un extraño trastorno en el que los visitantes de la ciudad de la luz sufrían diversos síntomas a consecuencia del contraste entre las expectativas y la realidad además del choque cultural.
Casi veinte años después, la revista francesa Nervure-Journal de Psychiatrie confirmó la existencia de esta enfermedad que afecta a una media de veinte turistas japoneses cada año hasta el punto de que algunos tienen que ser repatriados a su país.
Entre los síntomas que provoca el “Síndrome de París” hay que destacar náuseas, vómitos, agresividad, sudoración, ansiedad, delirios y aumento del ritmo cardíaco.
Sin duda, este trastorno es todo lo contrario al “Síndrome de Stendhal”, en el que la admiración por el entorno llega a marearnos y en lugar de decepcionarnos, supera con creces nuestras expectativas.
Las ideas con las que viajamos a un país suelen estar cada vez más condicionadas por la televisión y las redes sociales, en las que solo se muestran los entornos más idílicos y se omite que hay que estar más de una hora esperando para hacerse una foto o madrugar para ser los únicos en ese lugar. Por eso es importante tener una perspectiva realista de lo que nos vamos a encontrar y que los destinos a los que viajamos no son un decorado.
Series poco realistas
Estamos acostumbrados a ver series que nos muestran lo mejor de cada ciudad, en España tenemos el caso de “Valeria” donde la protagonista no enseña los atascos de la M30, las aglomeraciones del metro en hora punta ni otros inconvenientes de vivir en la capital. Es lógico, a veces estas series son un auténtico reclamo para turistas de todo el mundo, cuyo único referente de la ciudad que visitan son este tipo de series que muestran imágenes muy alejadas de la realidad.
Tampoco pedimos que las series se rueden en barrios marginales y cualquiera con dos dedos de frente sabe que las ciudades no son un decorado ni un escaparate, pero… ¿hasta qué punto muestran una imagen edulcorada de una ciudad?
Emily in Paris
En el caso de la ciudad de la luz es inevitable hablar de la serie protagonizada por Lilly Colins, “Emily in Paris”, que ha sido criticada por los propios parisinos por ser un conglomerado de clichés, donde abundan los croissants, los franceses conquistadores y cualquier rincón es instagrameable. Pero vamos a detallar algunas de las cosas que más nos sorprenden en la serie:
– A Emily nunca la vemos tomar el metro ni ningún otro tipo de transporte público.
– Todo el mundo habla en inglés, cuando ya sabemos que es muy difícil conseguir eso en el país vecino.
– Todas las cafeterías son coquetas y agradables.
– Todo el mundo viste a la moda con modelitos sacados de un desfile.
Aunque es cierto que París es una de las ciudades más bonitas del mundo, no hay que olvidar que tiene los mismos problemas que cualquier gran capital del mundo: ruido, contaminación, robos y suciedad.
Sin duda este trastorno es bastante curioso, sobre todo porque sólo suele afectar a los turistas nipones, cuando esas series se ven en todas partes del mundo. ¿Y a ti, qué ciudad te ha decepcionado después de verla en una serie?
Cristina A. Alonso
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